Desde la crisálida

lunes, 25 de septiembre de 2023

Modos de ser II

 

 

Angustia (Dibujo a lápiz)
Angustia (Dibujo a lápiz)
 

 

 

Antes de comenzar lo que propiamente ocupa a esta entrada pondré un apunte — algo ya dicho en el blog pero que quiero repetir aquí — sobre lo que me mueve a tratar el tema de la imagen natural, aunque sea de la forma indirecta en la que lo estoy haciendo. El problema que veo de forma general es que demasiadas definiciones y usos de «imagen» se refieren sólo a las imágenes que el ser humano puede de alguna forma generar: dibujo, pintura, fotografía, cine, video, imágenes digitales, etc. Cuando en realidad las imágenes no son sólo estos productos culturales, sino que como hace evidente la experiencia, las sentimos provenientes del entorno, contenga este imágenes artificiales o no. Por lo que, las que podemos extraer de ese o esos entornos por nosotros mismos, constituirían «las imágenes naturales» que son tremendamente comunes, abundantes y significativas.


Ahora sí, esta es la segunda parte de la entrada Modos de ser. Aquí y en la entrada siguiente continuaré defendiendo «la necesidad de abrirse a formas no valoradas de vida, formas de ser no convencionales, que conforman junto a las formas de ser sobrevaloradas, un todo más rico, fructífero y posibilitador de cambios necesarios». Concretamente, mediante aforismos o textos breves, me referiré, no exhaustivamente, a las personas con trastornos mentales, a ellas y a lo que configura todo lo relacionado con la salud mental. Y es que de nuestra salud mental dependen muchas cosas, entre ellas cosas o cuestiones, vitales para todos.


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Hay un componente psicológico diferenciador y positivo en las personas que experimentan en primera persona graves problemas mentales y los superan.


Está por hacer la cultura que permita la integración plena de las personas con enfermedad mental. Labor que se inició creo, más bien, desde la contracultura y cuyo desarrollo estaría resultando muy lento.

 

Conocer las causas de nuestros problemas mentales nos acerca directamente a la posibilidad de recuperación. Es una tarea ardua en la que ponemos nuestro empeño, porque de ello depende nuestra calidad de vida e incluso nuestra vida en sí. Conocer y actuar en función de lo que se conoce, posibilita, junto a factores como el apoyo de otros, vivir sin tener que darnos de bruces continuadamente y dolorosamente con las consecuencias de que las causas de nuestros problemas continúen ahí, persistentes, imperturbables.


Hay circunstancias en la vida de uno que responden a "modelos de cultura que son la triste herencia que aborreces", por usar una expresión de un poema de José Agustín Goytisolo. Para no pocos, el hecho de aborrecer o, mejor, de desestimar algunos de esos modelos puede tener su origen o su reafirmación en la experiencia de una desdichada vida familiar.


Clavado. ¡Tan extraño a sí mismo! (Dibujo a lápiz)
Clavado. ¡Tan extraño a sí mismo! (Dibujo a lápiz)


Hay algo que debilita hasta la patología a quien apuesta fuerte por un ethos también fuerte, y es poner a prueba sus capacidades y habilidades, sin las debidas defensas, con las personas que son menos idóneas para ello, que sólo apuestan, débil u obstinadamente, por un ethos débil.


Quien está pasando por una depresión está OFF, a lo sumo llega a estar en STAND BY. Lo que no logra es estar ON.


Se puede vivir engañado toda la vida, pero también con método paciente y participando de una narrativa compartida se puede salir del engaño como quién descubre una nueva dimensión. Posibilidad de salir del engaño que creo es aplicable tanto al individuo como a los grandes grupos de personas y que podría suponer nuestra mayor esperanza.


Considero inviable para mi lograr buenos resultados en la lucha directa contra las hibris de la civilización en concreto me ocupa la hibris tecnológica o digital, por lo que creo que es mejor que actúe indirectamente, pero decidido. Pendiente de no caer yo mismo, toda vez que me hallo bien conmigo mismo, en una hibris personal.



Quien padece graves problemas mentales, y recuérdese que dichos problemas también tienen una participación de lo social, es como un mueble de Ikea que hubiera sido montado de forma desastrosa. Pero, por gracia del bien que se nos puede hacer y de nuestra propia iniciativa, ese sufrido mueble puede ser reensamblado más como realmente es.


Solo (Óleo)
Solo (Óleo)


Contemplar (vivir) el meollo: sensibilidad, percepción, entendimiento, emoción, intelecto, conocimiento, estética, comprensión, intuición, relaciones, solidaridad…



Hoy, ese que tú sigues llamando loco o, en un esfuerzo de compasión "enfermo mental", está pensando en su crecimiento personal y se lamenta sin decírtelo porque pareces no tener en cuenta sus posibilidades de mejora.



He visto en una maratón de cine: Pasión, Como en un espejo y Cara a cara de Ingmar Bergman. No cae Bergman en prejuicios fáciles con relación a las personas con trastornos mentales. En las tres aparece el tema y en las dos últimas es protagonista.


Para crear inteligencia artificial basada en la mente humana no hay que desvirtuar las capacidades y la realidad de ésta última.


En momentos cruciales se debe reivindicar la inevitabilidad de la imperfección.

 

Máscara de no poder ya más (Óleo)

 

El porcentaje de personas con enfermedad mental que atentan contra otras personas es muy minoritario dentro del conjunto de nosotros, pero cada vez que algo así sucede sirve para que los que nos señalan con dedo rígido alimenten el odio hacia todo el colectivo. Cuando alguien con enfermedad mental mata, otros como yo mismo, pacientes de enfermedad mental, nos espantamos, lo lamentamos y nos entristecemos como cualquiera, calándonos, marcándonos y pesándonos duraderamente.


En la profundidad de sí mismo, a la que se puede acceder mirando hacia dentro, hay quien encuentra, porque los alberga en su interior, terribles monstruos. Mucho más terribles que los terribles monstruos que albergan otros muchos más pacíficos. Contempla, con mayor o menor frialdad, a sus monstruos furiosos y tal vez ya manchados de sangre ajena. Se reconoce como una funesta minoría. Comprende, más que nadie, que no importa que se tenga, o no, eso que llaman enfermedad mental y sabe que ahí no radica el problema.


 



sábado, 8 de julio de 2023

Modos de ser

 

Atmos (Pintura digital)
Atmos (Pintura digital)
 

Las imágenes se desenvuelven en el mundo de las cosas y los seres vivos. Y muchos de entre los seres vivos somos capaces de percibir cosas, capaces de sentir cosas, capaces de pensar sobre las cosas, de actuar sobre ellas y de modificarlas. Capacidades que nos vuelven singulares para nuestros propios ojos. Pero estamos íntimamente interrelacionados con el resto de la naturaleza animal, con la naturaleza vegetal, con la geológica o con la atmosférica, con la acuática o con cualquier otra. Si salimos del atolladero al que nos ha conducido nuestra voracidad a nivel planetario será posiblemente porque se atienda a lo que ahora se posterga. Están quedando postergadas las necesidades no de unos pocos, ni las de muchos, ni siquiera las de todos y todas, sino las necesidades de todo. La totalidad es la que pide ser atendida.

 

No es la totalidad, sin embargo, lo que se suele tener en cuenta. A Prometeo, el héroe que al mortal dio el fuego y enseño las artes, robando uno y otras a los dioses del Olimpo, Goethe le hace decir en la obra inacabada La vuelta de Pandora o El retorno de Pandora: «El hombre industrioso ha de tener por lema la parcialidad».

 

Prometeo tiene un hermano mitológicamente antagónico al que se tiende a ignorar: Epimeteo, que es “el que piensa después”, en contraposición a Prometeo que es “el que piensa por anticipado”. Los dos son titanes, no lo olvidemos en el relato que sigue. Epimeteo en el mito es menospreciado y tenido claramente como torpe por Hesíodo, sin atender a otra consideración hacia él. Pero este mismo, Hesíodo, haciendo gala de una misoginia atroz, no duda en llamar zánganos y calamidad a las mujeres en su conjunto cuando trata la parte del mito que se ocupa de Pandora. Pandora, a lo sumo incurre en desobediencia, pero “la tradición misógina helénica” (como la define Carlos García Gual) hace escarnio de ella.



A (Imagen digital)
A (Imagen digital)



En el Protagoras de Platón se relata como en un tiempo en que aun no existían los mortales, los dioses los crearon modelando tierra y fuego y otras materias. Prometeo y Epimeteo fueron encargados de revestirlos de cualidades. Epimeteo se puso manos a la obra con ello y Prometeo debía supervisarlo. El hermano de Prometeo repartió armas y defensas para la supervivencia de cada especie. Pero «como Epimeteo no era del todo sabio» cuando llegó al ser humano había gastado todas las facultades y Prometeo encontró a todos los animales «armoniosamente equipados y al hombre, en cambio, desnudo, sin calzado, sin abrigo e inerme». Como era ya llegado el día en que los mortales debían salir a la luz, «Prometeo roba a Hefesto y a Atenea la sabiduría de las artes junto con el fuego» y se las da a la especie humana. Epimeteo no fue del todo diligente y el otro, Prometeo, encontró una arriesgada solución, solución que propició la supervivencia humana. La indefensión de esa criatura, que tal vez llamaba la atención por asemejarse a los dioses, no suscitó, sin embargo, una preferencia en Epimeteo durante su trabajo titánico, cosa sobre la que seguramente, nuestro personaje mitológico, tuvo que recapacitar posteriormente debido a su forma pausada de pensar. Pero sí suscitó la acción eficiente de Prometeo que se ganó por ello la fama entre nosotros.

La tendencia de quienes se acercan al mito, sobre todo de quienes lo hacen para contemplar al benefactor de la humanidad, es alabar a Prometeo y olvidar o vilipendiar a Epimeteo que no fue del todo previsor y además tuvo a bien aceptar a Pandora y su presente (la jarra que contenía todos los males). Pero hay algunas notables discrepancias con esta forma de ver las cosas, como las aportaciones o aproximaciones al mito de Goethe que hemos comenzado a ver ya. Goethe reivindica a Epimeteo, como señala Carlos garcía Gual en el texto La reivindicación de Epimeteo en “El retorno de Pandora” (1808) y su significado en la obra de Goethe, recogido en el segundo volumen del Homenaje a Pedro Sainz Rodríguez. Carlos García Gual escribe sobre esta obra de Goethe: 

«...en su drama [El retorno de Pandora] invierte la significación del episodio central del relato sobre Pandora. Es el descuidado Epimeteo el que se perfila como un benefactor de la Humanidad, mientras que el Previsor, Prometeo, que rechazó a la divina mujer, resulta torpe y miope en su elección».  

Dice también, con hondura, García Gual: 

«El cambio en la apreciación de la figura de Epimeteo comporta una variación en la comprensión de la figura opuesta de Prometeo. Los signos valorativos de uno y otro cambian conjuntamente, porque es el contraste entre ambos, y sus concepciones de la existencia, lo que da el tono fundamental de la obra. Ambos son símbolos contrapuestos. La fraternal relación que los une y el distinto carácter que los enfrenta tienen justamente un valor simbólico. Así ya en el antiguo mito. Lo que hace Goethe es invertir la valoración, que hasta entonces concedía a Prometeo el signo positivo de la oposición».


Recojo seguidamente una cita de La caja de Pandora, Aspectos cambiantes de un símbolo mítico de Dora y Erwin Panofsky que también incluye Carlos García Gual en su texto y que ya hallaba en la obra de Goethe una más sensible consideración de la figura de Epimeteo:  

«Epimeteo, por el contrario, ya no es el hombre necio que aprende demasiado tarde, sino una gran y conmovedora figura. Elevado al plano de lo que los antiguos llamaban elogiosamente vita contemplativa, es un pensador en oposición a un realizador; el solitario e imaginativo soñador, para quien la estrella de la mañana aparece demasiado temprano y nunca tarde («Temo el canto del gallo como a la estrella de la mañana; / Precoz destello; fuera por siempre noche»), contrapuesto al racionalista; es, sobre todo, alguien con capacidad para el sufrimiento, lo que le permite desear, gozar, renunciar, lamentar y desear otra vez».


¿La mentalidad prometeica sería más dada a forzar los procesos y la epimeteica, sin embargo, más dispuesta a dejarlos fluir? La parcialidad, por supuesto, no quedaría únicamente para la mentalidad de propensión prometeica, la mentalidad de tipo epimeteica también la necesitaría, pero quizás esta última se encuentra más dispuesta a asumir el riesgo de afrontar también la totalidad. La mentalidad epimeteica concibe quizá la totalidad no como el lugar a conquistar sino como el ámbito en el que participar. Son al fin y al cabo dos formas de ser complementarias, que podrían convivir en realidad en la misma persona. 


 

Vida (Imagen digital)
Vida (Imagen digital)

 

 

Creo que saldríamos ganando si hiciéramos una aproximación psicológica a Epimeteo, Pandora y Prometeo, bien concebidos, y confrontados con los opresivos dioses comandados por Zeus, y no se atendiera sólo a la figura heroica de Prometeo.

 

Hasta aquí esta aproximación mitológica que quiere reflexionar sobre como para asentar y hacer viable nuestra posición en la naturaleza tendríamos, tal vez, que atender a la totalidad de las cosas. Y la necesidad de abrirse a formas no valoradas de vida, formas de ser no convencionales, que conforman junto a las formas de ser sobrevaloradas, un todo más rico, fructífero y posibilitador de cambios necesarios.


jueves, 16 de marzo de 2023

Una aproximación a la naturaleza de lo existente (3)


 

Cerca del mar
"Cerca del Mar" (Óleo sobre lienzo)



 

Entiendo que en épocas pasadas no había el suficiente conocimiento científico y humanístico de la realidad física, biológica, cultural, etc., que llevara a una convicción sobre nuestra propia naturaleza, pero hoy en día los conocimientos alcanzan sobradamente para ello. Nos es, sin embargo, difícil imaginar cómo pueden ser las experiencias de muchos otros seres vivos. Pero en nuestro caso —como en el caso de otros seres—, desde luego, en tanto que somos como somos, estamos experimentando desde nuestra propia perspectiva esta existencia; existencia que, nosotros, podemos constatar. Personalmente encuentro una prueba de la existencia, precisamente, en el hecho de permanecer siempre en mi perspectiva interna y corporal y, en suma, de constituir un cuerpo con todas las vicisitudes que conlleva, lo que sería indicio de que soy, efectivamente, un organismo vivo que está accediendo a la realidad de la forma natural en que puede hacerlo y, de momento, sólo de esa forma. Y dicha persistente perspectiva me parece que prevalece sobre la faceta onírica, sobre posibles experiencias alucinógenas, experiencias extracorporales cercanas a la muerte, etc.

 

¿Aunque, realmente hacen falta pruebas de la existencia? Como dice José Ferrater Mora en Fundamentos de filosofía:


No necesitamos ni siquiera una garantía de que el mundo existe. Más que escapársenos de las manos, en el curso de excogitaciones filosóficas, el mundo nos acosa, persigue, y hasta agobia.


Según, también, José Ferrater Mora en El ser y la muerte: «Hay varios grados de cesabilidad, desde la pura y simple terminación de la existencia hasta lo que se entiende por “muerte”». Comparemos dos ejemplos de realidades diferentes y como se comportan a la hora de abandonarnos. Un vaso de cristal no sabe nada de sí ni de ninguna otra cosa, según nuestras apreciaciones ni siquiera puede llegar a saber nada de nada. En este primer ejemplo, nuestro vaso está roto. Su vida útil ha acabado, pues no va a ser reparado, ni siquiera va a ser reciclado. Al ser tirado a la basura, con cierta sensación de fastidio de quien eso hace, el vaso roto está siendo desechado. Ni de haber dejado de ser útil, ni de haber sido desechado sabe nada el vaso, pues no tiene ese tipo de capacidades. El camión de la basura lo terminará de triturar y depositará sus restos en un vertedero. El vaso es ahora una serie de fragmentos de cristal esparcidos aquí y allá sin la configuración que consiste en ser un vaso. El vaso ha cesado. En el segundo ejemplo vamos a considerar a una persona. Una persona cualquiera que afronta una enfermedad que podría acabar con su vida y sabe que esta corre grave peligro o puede convencerse de que se acaba. Saberse enfermo o enferma le causará una impresión que tendrá que gestionar. Tendrá que padecer los rigores de la enfermedad y posiblemente del tratamiento. Su ánimo, en adelante, estará determinado por el modo en el que afronte lo que le está pasando. No se si en el mejor de los casos, pero sí en un buen caso, quienes le estiman le darán afecto, apoyo y no querrán que sufra. La enfermedad sigue un curso fatídico y esta hipotética persona enfrenta el fin de sus días. Finalmente muere. Como era de esperar la historia del vaso roto no incluye sensaciones, sentimientos ni razonamientos de este ante su final; la historia de la persona enferma, manifiestamente, sí. La realidad inerte está asociada a la insensibilidad, mientras que la realidad biológica participa ampliamente de una sensibilidad que la define.


Pero la atribución de vida o la constatación de su ausencia no se ha hecho efectiva de una vez para siempre en un lugar determinado o en una época concreta. Culturas, religiones y corrientes de pensamiento ( el animismo, la mitología mediante personificaciones, el hilozoísmo o la hipótesis Gaia por ejemplo) extendían o extienden las fronteras de lo vivo más allá de sus límites naturales. Al mismo tiempo, en un sentido opuesto, se les ha negado, y se les niega, a determinados seres vivos el valor de su vida o de algunos aspectos de ella, cosificándolos por hacer uso de ellos o por costumbre. 

 

 

"Paisaje" (Dibujo digital)
"Paisaje" (Dibujo digital)

 

 

Aunque no creo que vivamos en el mejor de los mundos posibles —en realidad me parece que el mundo contiene inmanentes soluciones de partida faltas de inteligencia y sensibilidad— creo que, a pesar de todo, en algunas circunstancias, se puede llegar a apreciar cierto equilibrio que muy bien podría no existir. Equilibrio que, en realidad, puede estar ausente debido a las situaciones de gran sufrimiento, de graves injusticias o de sinrazón que pueden afectar al individuo o a la colectividad. Sin embargo creo que estamos adaptados para estimar los casos particulares en los que se concreta dicho relativo e inestable equilibrio.

 

Charles Darwin realiza el siguiente razonamiento sobre qué prevalece en el mundo, si desgracias o dichas:

[…] podríamos preguntarnos cómo se puede explicar la disposición generalmente beneficiosa del mundo. Algunos autores se sienten realmente tan impresionados por la cantidad de sufrimiento existente en él, que dudan —al contemplar a todos los seres sensibles— de si es mayor la desgracia o la felicidad, de si el mundo en conjunto es bueno o malo. Según mi criterio, la felicidad prevalece de manera clara, aunque se trata de algo muy difícil de demostrar. Si admitimos la verdad de esta conclusión, reconoceremos que armoniza bien con los efectos que podemos esperar de la selección natural. Si todos los individuos de cualquier especie hubiesen de sufrir hasta un grado extremo, dejarían de propagarse; pero no tenemos razones para creer que esto haya ocurrido siempre, y ni siquiera a menudo. Además, otras consideraciones nos llevan a creer que, en general, todos los seres sensibles han sido formados para gozar de la felicidad.

[…] un animal puede ser inducido a seguir el rumbo más beneficioso para su especie mediante padecimientos como el dolor, el hambre, la sed o el miedo, o mediante placeres como el de la comida y la bebida y el de la propagación de su especie, etc., o por ambos medios combinados, como ocurre en el caso de la búsqueda de alimentos. Pero, si se prolonga durante mucho tiempo, cualquier tipo de dolor o sufrimiento causa depresión y reduce la capacidad de acción; no obstante, es muy apropiado para hacer que una criatura se prevenga contra cualquier mal grande o repentino. Por otra parte, las sensaciones placenteras pueden prolongarse durante mucho tiempo sin un efecto depresivo; al contrario, incitan a la totalidad del sistema a incrementar su actividad. Así es como ha podido ocurrir que la mayoría o todos los seres sensibles hayan evolucionado de ese modo por medio de la selección natural, y que las sensaciones placenteras les hayan servido de guías naturales. Lo vemos en el placer derivado del esfuerzo, a veces, incluso, de un gran esfuerzo físico o mental —en el placer que nos causan nuestras comidas diarias y, en especial, en el obtenido de la sociabilidad y del amor a nuestras familias—. La suma de esa clase de placeres, que son habituales u ocurren a menudo, proporciona a la mayoría de los seres sensibles un grado de dichas superior a las desgracias —cosa de la que apenas puedo dudar—, aunque su sufrimiento pueda a veces ser grande. [...]

Nadie discute que en el mundo hay mucho sufrimiento. Por lo que respecta al ser humano, algunos han intentado explicar esta circunstancia imaginando que contribuye a su perfeccionamiento moral. Pero el número de personas en el mundo no es nada comparado con el de los demás seres sensibles, que sufren a menudo considerablemente sin experimentar ninguna mejora moral. Para nuestra mente, un ser tan poderoso y tan lleno de conocimiento como un Dios que fue capaz de haber creado el universo es omnipotente y omnisciente, y suponer que su benevolencia no es ilimitada repugna a nuestra comprensión, pues, ¿qué ventaja podría haber en los sufrimientos de millones de animales inferiores durante un tiempo casi infinito? Este antiquísimo argumento contra la existencia de una causa primera inteligente, derivado de la existencia del sufrimiento, me parece sólido; mientras que, como acabo de señalar, la presencia de una gran cantidad de sufrimiento concuerda bien con la opinión de que todos los seres orgánicos han evolucionado mediante variación y selección natural. (Charles Darwin, Autobiografía, Editorial Laetoli, S.L. Pamplona. 2008, págs.: 79-80)

 

miércoles, 30 de noviembre de 2022

Una aproximación a la naturaleza de lo existente (2)

 

Sin título
Sin título (Óleo)
 

Nuestro universo, el universo realmente existente, debió de carecer de vida, en cualquier lugar de este, desde su inicio, hace unos 13.800 millones de años, hasta que esta surgió posteriormente (allá donde surgiera primero). Lo vivo, aquí en la Tierra, habría sido, durante muchísimo tiempo, unicelular únicamente, para posteriormente, además, formar organismos más complicados. Y, lo vivo, tiene unas necesidades e intereses que requieren que las cosas sean de una cierta forma. Nos es relevante que la realidad cosmológica, astrofísica, geológica, biológica, etc., nos sea favorable y posibilite nuestra existencia. Necesitamos el Sol, el agua, el aire, la tierra... en tanto que estamos vivos. Y sabemos que las próximas generaciones también van a tener las mismas necesidades básicas. Pero como si las vicisitudes que se dan a lo largo de la existencia no fueran suficientes para comprender que la vida tiene como destacados componentes (en tanto sigan sin tener un buen remedio) la violencia y el sufrimiento, y como contrapartida final la muerte, las extinciones masivas que ya se han producido nos pueden dar idea de la tremenda destrucción que se puede llegar a sufrir. De hecho, se sabe, que a causa de la voracidad en la explotación de los recursos, por parte de los humanos, estaríamos viviendo la sexta extinción masiva con una merma sangrante de la biodiversidad y con el cambio climático como consecuencias, sin que seamos capaces de ponerle solución. Y existe la amenaza de devastación a causa de una guerra nuclear como ponen en evidencia, si es que hacía falta, los acontecimientos suscitados por la invasión rusa de Ucrania.


Monstruo de la guerra
Monstruo de la guerra (Óleo)

 

La realidad física podría haber dado lugar a los primeros organismos hace al menos unos 3.700 millones de años. Con la realidad orgánica se han diversificado desde entonces, evolutivamente, unos seres que, variadamente, son capaces de sentir y conocer (entendiéndose estos términos ampliamente). En la línea de este sentir y conocer, lo orgánico o biológico habría dado lugar, en nuestro caso, a lo psicosociocultural y así habríamos llegado al contexto en que nos encontramos quien esto escribe y quien lo lee.


La muerte de un inocente
La muerte de un inocente (Óleo)


La realidad física habría propiciado, pues, lo biológico de forma que la vida habría emergido de ella. Y la vida no sucedería apartada de su origen, sino que se desarrollaría en el mismo mundo que le sirve de base, añadiendo su propia proliferación y sus peculiaridades a lo que ya existía. Accedemos de forma integral dentro de nuestras limitaciones a la misma existencia que nos alberga plenamente. Aunque como individuos y como especie podemos estar implicando en la existencia toda nuestra naturaleza o podemos no estar poniendo en juego partes de ella. La existencia es dinámica y estamos adaptados al dinamismo como algo elemental. La coexistencia entre lo vivo y lo inerte es resultado de la evolución cósmica. Lo inerte y lo vivo compartirían básicamente los mismos componentes. Sin embargo, las propiedades de lo uno y de lo otro serían muy diferentes y, siguiendo a Mario Bunge en esto, tal vez haya que considerar a la energía como la verdadera propiedad básica y universal de la materia.

LAS IMÁGENES OBVIADAS