Desde la crisálida

miércoles, 30 de noviembre de 2022

Una aproximación a la naturaleza de lo existente (2)

 

Sin título
Sin título (Óleo)
 

Nuestro universo, el universo realmente existente, debió de carecer de vida, en cualquier lugar de este, desde su inicio, hace unos 13.800 millones de años, hasta que esta surgió posteriormente (allá donde surgiera primero). Lo vivo, aquí en la Tierra, habría sido, durante muchísimo tiempo, unicelular únicamente, para posteriormente, además, formar organismos más complicados. Y, lo vivo, tiene unas necesidades e intereses que requieren que las cosas sean de una cierta forma. Nos es relevante que la realidad cosmológica, astrofísica, geológica, biológica, etc., nos sea favorable y posibilite nuestra existencia. Necesitamos el Sol, el agua, el aire, la tierra... en tanto que estamos vivos. Y sabemos que las próximas generaciones también van a tener las mismas necesidades básicas. Pero como si las vicisitudes que se dan a lo largo de la existencia no fueran suficientes para comprender que la vida tiene como destacados componentes (en tanto sigan sin tener un buen remedio) la violencia y el sufrimiento, y como contrapartida final la muerte, las extinciones masivas que ya se han producido nos pueden dar idea de la tremenda destrucción que se puede llegar a sufrir. De hecho, se sabe, que a causa de la voracidad en la explotación de los recursos, por parte de los humanos, estaríamos viviendo la sexta extinción masiva con una merma sangrante de la biodiversidad y con el cambio climático como consecuencias, sin que seamos capaces de ponerle solución. Y existe la amenaza de devastación a causa de una guerra nuclear como ponen en evidencia, si es que hacía falta, los acontecimientos suscitados por la invasión rusa de Ucrania.


Monstruo de la guerra
Monstruo de la guerra (Óleo)

 

La realidad física podría haber dado lugar a los primeros organismos hace al menos unos 3.700 millones de años. Con la realidad orgánica se han diversificado desde entonces, evolutivamente, unos seres que, variadamente, son capaces de sentir y conocer (entendiéndose estos términos ampliamente). En la línea de este sentir y conocer, lo orgánico o biológico habría dado lugar, en nuestro caso, a lo psicosociocultural y así habríamos llegado al contexto en que nos encontramos quien esto escribe y quien lo lee.


La muerte de un inocente
La muerte de un inocente (Óleo)


La realidad física habría propiciado, pues, lo biológico de forma que la vida habría emergido de ella. Y la vida no sucedería apartada de su origen, sino que se desarrollaría en el mismo mundo que le sirve de base, añadiendo su propia proliferación y sus peculiaridades a lo que ya existía. Accedemos de forma integral dentro de nuestras limitaciones a la misma existencia que nos alberga plenamente. Aunque como individuos y como especie podemos estar implicando en la existencia toda nuestra naturaleza o podemos no estar poniendo en juego partes de ella. La existencia es dinámica y estamos adaptados al dinamismo como algo elemental. La coexistencia entre lo vivo y lo inerte es resultado de la evolución cósmica. Lo inerte y lo vivo compartirían básicamente los mismos componentes. Sin embargo, las propiedades de lo uno y de lo otro serían muy diferentes y, siguiendo a Mario Bunge en esto, tal vez haya que considerar a la energía como la verdadera propiedad básica y universal de la materia.

domingo, 16 de octubre de 2022

Una aproximación a la naturaleza de lo existente (1)

 

Aluvión
Aluvión (Óleo)
 

Pertenecemos a un mundo que surgió sin nosotros pero que permitió nuestra existencia más adelante. No constituimos el mundo pero sí constituimos parte de él. El mundo no es definible sin que se nos tenga en cuenta, por muy remota y limitada temporalmente que resultara ser, finalmente, nuestra presencia. Nosotros somos más o menos conscientes de esta realidad. ¿Quiénes somos nosotros? Somos los seres que, de alguna forma, necesitamos respuestas y amor. Nuestros orígenes, las protocélulas de las que provenimos, se remontan a eones, pero somos, sin embargo, extinguibles, aunque hasta la fecha las extinciones no hayan sido totales. ¿Si nada sobreviviera aquí en la Tierra, quedaría vida equiparable a la nuestra en otros planetas? ¿Hasta dónde alcanzan nuestra originalidad y nuestra singularidad?


Construyendo
Construyendo (Lápiz)

No parece que el universo tenga conciencia de sí mismo si no es a través de los seres vivos que lo pueblan y forman parte de él, esta es la forma en que habría alcanzado a saber de sí. En el caso que nos ocupa especialmente conscientes somos los seres humanos, o por lo menos nuestras inquietas observaciones y manifestaciones son más aparatosas. El conocimiento y las distintas experiencias del vivir, como tantas otras cosas, serían fruto de un proceso de evolución, no algo dado desde un inicio. Los seres conscientes no han tenido como premisa conocer y vivenciar el universo de la forma en que lo hacen, sino que se han ido ateniendo a lo que sus organismos y sus organizaciones sociales les iban permitiendo. El que la percepción sensorial elemental y el procesamiento básico de la experiencia hayan progresado hacia una comprensión global del mundo es algo que asombra comprobar. Y ver en las distintas formas de vida estados mentales diversos y graduales causa estremecimiento. Las posibilidades de las que provee la vida se consolidan en la más o menos sufridas experiencias de los seres que las implementan: ser en concreto una vaca, una lechuza, un almendro, una hormiga, un orangután...


La mera existencia no implica la disposición de una naturaleza que posibilite ser sensible al mundo. Las naturalezas de unos seres (entiéndase «seres» como alusión a todos los entes existentes, posean vida o no) los provee de unas formas de existencia inerte mientras que las de otros los dota de unas formas de existencia sintiente. Estas naturalezas coexisten. Efectivamente, lo que existe no necesariamente tiene alguna vía de acceso a sí mismo y al resto de lo existente, pero si algún ente puede acceder a lo que acontece, ese pertenece a lo vivo. La vida sería, entre otras cosas, una vía practicable para experimentar y conocer este mundo de necesidades y posibilidades.

 

Cúmulo desaturado
Cúmulo (Lápiz y bolígrafo)
 

A vueltas con lo vivo y con lo inerte podemos imaginar un universo en el que no fuese posible la vida de ninguna manera, en el que nunca se hubiese producido ni nunca pudiera producirse la vida. Dicho universo podría ser de cualquier manera sin que importara como fuera. Las cosas podrían ser indistintamente de una forma o de otra. No habría nada que requiriera ser preservado. Por otro lado, podemos imaginar un universo mayoritariamente compuesto por seres orgánicos, que se amontonaran en hábitats solo compuestos por una promiscua variedad de ellos mismos: en la imaginación esta imagen representa una auténtica pesadilla. Pero la idea sería que la realidad inerte por si sola carecería de valor sin relacionarse de alguna forma con entidades vivas y que la realidad biológica tampoco se sostendría sin la inerte. Mediante el «interlocutor» que representa lo vivo, el universo cobraría una existencia significativa. De tal forma, la problemática relación entre lo vivo y lo inerte define como son las cosas.

 


martes, 27 de septiembre de 2022

La cualidad sensible como cualidad primaria

Por las ramas
Por las ramas (Óleo)

En A la caza de la realidad, Mario Bunge, si no me equivoco, da por buena la diferenciación que dejó establecida John Locke en su Ensayo sobre el entendimiento humano entre propiedades primarias y secundarias. Si se acepta que los colores, los sonidos, los olores, las cualidades táctiles y gustativas y otras sensaciones sean tenidas por cualidades de tipo secundario frente a las cualidades o propiedades primarias que pueden considerarse en las cosas, no por ello se debe subestimar lo que las cualidades o propiedades secundarias suponen e incluso se podría poner en cuestión la jerarquización que ello representa. La diferencia entre unas y otras está en que las primarias lo son independientemente de la apreciación de un ser sensible y las secundarias dependen de la apreciación de dichos seres. Una propiedad primaria es por ejemplo la composición química de un pigmento y una propiedad secundaria es el color que le suscita a alguien ese mismo pigmento u otro cualquiera.


Por su formación científica, Bunge, tal vez estima más lo que representan las primarias que aquello que es el ámbito de las secundarias. ¿Se considera generalmente que las propiedades secundarias, al ser una recreación, son menos estimables que las primarias? ¿O depende de las preferencias y para alguien con inclinación hacia el arte, por ejemplo, unos colores o la textura de la voz de una cantante pueden representar el summum que deja pálida cualquier otra realidad?


Probablemente para mucho de lo que interesa a la ciencia lo principal son las propiedades primarias así como para la música lo principal son los sonidos que son cualidades secundarias. Pero para una mejor integración de conocimientos y una mejor apreciación de la experiencia sensible, ambos tipos de propiedades podrían equipararse de alguna forma. Colores, voces o notas musicales, perfúmenes, etc., no dejan de poder ser realidades de la experiencia sensible, en tanto que lo sean y no se traten de ficciones. Por ello, las cualidades sensibles podrían pasar a ser vistas como cualidades primarias si se pusiera el foco en ellas y en su funcionamiento. Para ello, según creo yo, se habría de atender a la interrelación del organismo sensible con el entorno.




Pueblo
Pueblo (Óleo)


El metabolismo y la homeostasis son funciones básicas y habituales en los organismos. Y la experiencia sensible en muchos organismos acompaña a esas funciones básicas. Estas funciones acontecen insertas en un entorno con el que mantienen unas relaciones complejas. Nos nutrimos, respiramos, excretamos, nos amamos, navegamos en la red, etc., debido a que, aunque algunas de estas operaciones puedan recibir o emitir unas comunicaciones lejanas, siempre hay unos elementos en nuestra proximidad con los que establecemos una relación directa: las pantallas con las que alcanzamos a tanto las tenemos a unos centímetros o a pocos metros de distancia de nuestras caras, los rayos de luz que vemos de una lejana estrella no se encuentran allá a lo lejos sino que traspasan nuestra cornea, atraviesan nuestro ojo y alcanzan la intimidad de la retina y el poderoso mandatario, o el supervillano, que va a enviar un misil nuclear al otro lado del planeta necesita para ello un botón rojo a su alcance que pueda presionar.


Por lo tanto las funciones del organismo se encuentran, en tanto que está vivo, en relación con el entorno de una u otra forma. De él recibe el alimento, la compañía, el refugio, etc., así como las sensaciones subyacentes. Esa capacidad de sentir y de percibir el entorno que tiene el organismo, además de simplemente existir, es muy abundante y común en la naturaleza. El entorno «es», mientras que el organismo «es y capta»; si bien en el entorno suele haber otros organismos como nosotros que forman parte del mismo y con los que también entramos en relación.


El reflejo sensible se produce cuando un organismo receptivo y capaz anda en conexión con un entorno estimulante. La energía radiante, en condiciones de iluminación suficiente en un ambiente donde hay cuerpos u objetos, incide sobre unos ojos que actúan sobre un cerebro capaz de procesarla. De la conexión que el organismo tiene abierta con el entorno surge, como interpretación, la experiencia sensible de un verde, por ejemplo, quale que se produce por medio de la acción de las ondas medias de la luz sobre el sistema visual. Y yo pienso que los qualia debieron aparecer y establecerse virtualmente en las consciencias por medio de un proceso evolutivo que ha aprovechado la naturaleza emergente de las grandes capacidades representacionales de los seres sensibles.


Al fin y al cabo los seres sensibles pertenecemos a lo que llamamos mundo tanto como cualquier otra realidad física y, lo que en nosotros acontece, acontece en el mundo. La apreciación de las cualidades sensibles como cualidades primarias sería pues posible y ello, tal vez, —análisis más autorizados que el mío tendrían que valorarlo— vendría a subvertir la jerarquía establecida por John Locke en 1690.

 

Masificado
Masificado (dibujo)

 

 

lunes, 11 de julio de 2022

Realismo, luz e ilusiones

Los ciervos
"Los ciervos" (Pintura digital)

 

No lo percibimos todo. Como dice Michael J. Ryan en El gusto por la belleza: «Sencillamente no disponemos del equipamiento necesario para acceder a todo el mundo que nos rodea». Además, los animales, según sean sus sesgos perceptivos, experimentan el mundo de forma diversa. Una cuestión que nos interesa dilucidar es si es habitual entre ellos mistificar la realidad en función de esos sesgos. Por ejemplo, dice Ryan, diferentes animales pueden compartir «un mismo emplazamiento físico, pero habitar mundos sensoriales diferentes». Se suscita la pregunta de si unas formas de captar e interpretar la realidad son más realistas que otras. ¿O, tal vez, no sea tan importante atender a la realidad como garantizarse la supervivencia y la reproducción? Caben estas dudas así como plantearse si hay alguna razón para pensar que nosotros, como especie, hemos podido vencer una posible vivencia mistificada de la realidad o si está dentro de lo posible que lo consigamos.


Imagen ambigua
"Imagen ambigua" (Imagen digital)


¿Qué pasa con las ilusiones sensoriales: ilusiones ópticas, auditivas...? Algunas son sorprendentes, ¿no? Otras simplemente no tanto. Ilusiones ópticas como la «rejilla de Hermann», su variante la ilusión de «efecto de extinción» y las «serpientes giratorias», por nombrar solo algunas, consiguen sorprendernos y nos hacen preguntarnos por qué se dan. ¿Cómo interpretarlas cuando algunas de ellas han puesto a prueba nuestro entendimiento? Pues se puede pensar sin andar muy errado, o eso espero, que en general las ilusiones interpelan a nuestras inteligencias perceptivas, pueden mostrarnos algo que no hay ahí en realidad, nos inducen a caer en errores de apreciación y tienen la capacidad de señalarnos en sus singularidades como funciona la percepción en algunos aspectos relevantes. En Tu cerebro y la música, Daniel Levitin considera que la ilusión de Kanizsa y su equivalente auditiva, cuya característica común es la de completar lo que realmente hay, han sido favorecidas por la evolución: «Un sistema perceptivo capaz de restaurar información que falta nos ayudaría a tomar decisiones rápidas en situaciones peligrosas». Lo cual si es así, resulta clarificador y pienso que da sentido a algo que no lo tenía.


Marina
"Marina" (Imagen digital)


Para Ignacio Morgado en Los sentidos: "es un hecho que la luz existe en nuestra mente". De hecho, tenemos una visión de la luz, como el caso de la luz «directamente» proveniente del sol en un día despejado, que podemos ver fulgir en el pavimento, en las fachadas de casas y edificios, en la vegetación, en las nubes, etc., que se basa en lo que interpretamos internamente; esa es la luz tal y como nos la representamos visualmente (aunque el sentido del tacto desde bien temprano habrá enriquecido nuestro conocimiento y sabremos, por experiencia, que también da calor exponerse a ella). Presumiblemente humanos y otros animales coincidamos en ver la luz del sol de la forma básica en la que, fehacientemente, nosotros lo hacemos: blanca (o de otras tonalidades dependiendo de la localización geográfica, la época del año o la hora del día) y resplandeciente. La luz «se nos representa» así naturalmente, podemos decir que en oposición a la representación que nos hacemos de la oscuridad. Sin que todo ello sea obstáculo para que podamos llegar a concebirlas de otras formas. Pero la luz se nos aparece en el contexto más amplio y acogedor de aquello que vemos en un momento dado. Imágenes de la realidad que van de lo claro a lo oscuro, de lo nítido a lo borroso y del rojo al violeta (colores que representan los límites de la gama que podemos ver). También podrán ser imágenes más o menos ricas en contenido según de que se traten y según como anden nuestras capacidades visuales, emocionales e intelectuales.

 

domingo, 26 de junio de 2022

Diferencias y correlaciones

 

Catástrofe cotidiana
"Catástrofe cotidiana" (Lápiz sobre papel)


Cuando se da un natural funcionamiento de nuestros sentidos solemos decir, en el caso de algunos de ellos, que tocamos, que oímos y que vemos. Y esto significa que constatamos que estamos sintiendo algún tacto o que estamos percibiendo algún sonido o alguna imagen. Te toco, lo toco, te oigo, lo oigo, te veo, lo veo... son formas de expresar que el tacto se ha producido o que los sonidos o las imágenes nos han llegado y que están siendo percibidos. Y podemos decir: te palpo, te escucho, te contemplo... y estamos diciendo, respectivamente, que tocamos con cuidado, que oímos con atención o que vemos con detenimiento; te palpo, te escucho o te contemplo a ti que estás ahí, desde mi propio ámbito perceptivo.

 

 

Retrato
"Retrato" (Pintura digital)


 

Sin embargo, tú difieres de como yo te percibo. Eres de una manera, en origen, y de otra manera en mí. Por ejemplo, te conforman una extraordinaria cantidad de átomos para cuya apreciación mi sistema visual es inútil. La luz incide sobre ti y tu absorbes una parte de ella y reflejas otra, esto ocurre siempre que te expones a sus rayos. La luz se refleja en ti y va en todas direcciones, esto es así aunque yo solo perciba, cada vez que te miro, la parte que incide sobre mis retinas. Esa luz yo la traduzco en matices de colores que se asientan en las formas estimadas de tu cuerpo. De los estímulos que desprendes, mi sistema perceptivo, con ayuda de los sentidos, de todo mi ser y de mi mente hacen aparecer para mí imágenes de ti. Ahí intervienen esos qualia con los que te reproduzco cómo puedo. Y de la forma en que te percibo a ti, lo percibo todo: de la misma forma en que tú eres diferente de como yo puedo verte, lo es todo.

 

 

Camino y espesura
"Camino y espesura" (Fotografía)

 

Pero, no obstante, que las percepciones se den en nuestras mentes en forma de representaciones y que la realidad sea diferente a como la experimentamos no quiere decir que nuestras representaciones no tengan una correlación con esa realidad. En realidad nuestras percepciones están basadas en unos datos que tal como nos llegan y tal como los evaluamos, nos proporcionan una información acomodada de las cosas. Los sentidos nos proporcionan información detallada de las cosas aunque para ello sea necesaria una transducción de los datos de la realidad. Y no existe por ello un desacuerdo esencial entre lo que hay ahí y lo que se percibe. Por ejemplo, la luz que nos llega a los ojos no lo hace uniformemente ni de forma caótica, sino que llega diferenciada por efecto de los cuerpos y el ambiente de los que proviene reflejada, refractada, dispersada, polarizada, etc. Es luz que trae información más o menos precisa de los cuerpos, de las superficies y del medio con los que ha tenido contacto. En nuestro aprendizaje perceptivo el tacto habrá colaborado en la tarea de conocer todo lo que está ahí. Y de la interacción entre la realidad exterior y la actividad cerebral emergen interpretaciones de la realidad circundante que permiten nuestro normal desenvolvimiento. Así, si bien no hacemos registros directos, nos hacemos buena idea, gracias a nuestras interpretaciones, de magnitudes, tamaños, distancias, formas, orientaciones, superficies, etc.

 

Lo que puede ser
"Lo que puede ser" (Imagen digital)

 

lunes, 6 de junio de 2022

El mundo es distinto de como lo percibimos

 

 

Pesar
"Pesar" (Pintura al óleo)

 

Nuestras percepciones tienen lugar en el contexto de representaciones mentales que recrean la realidad. Tales percepciones no son registros directos de elementos o partes de esa realidad. El mundo no es tal y como nos lo representamos. Para comprender mejor como percibimos es necesario desechar el realismo ingenuo dado "que la mente no se limita a registrar una imagen exacta del mundo, sino que crea su propio cuadro", cómo dice Irvin Rock en La percepción.


Una longitud de onda de luz visible puede causar la sensación de un color. La longitud de onda lo que hace es provocarnos la sensación de color. Lo primero se da en el espacio físico exterior y lo segundo en la mente como consecuencia de la actividad sensorial y cerebral. Por lo que, en puridad, no hay colores en la naturaleza, sino que estos son generados por nuestros cerebros tras captar la luz que penetra en nuestros ojos. Mario Bunge dice en A la caza de la realidad: "Las experiencias internas (qualia), tales como tener frío, ver azul, oír un crujido u oler menta, no son básicas sino derivadas: son procesos del sistema nervioso central, no del mundo externo".


Irvin Rock también dice en la obra ya citada:


El mundo perceptual que nosotros creamos difiere cualitativamente de las descripciones del físico por estar nuestra experiencia mediada por nuestros sentidos y hallarse construida interiormente como una representación del mundo. Percibimos así colores, sonidos, sabores y olores, percepciones que o bien carecen de significación en el mundo de la realidad física o tienen un significado diferente. Lo que nosotros percibimos como tintes de rojo, azul o verde, el físico lo describe como superficies que reflejan ondas electromagnéticas de determinadas frecuencias. A lo que nosotros experimentamos como sabores y olores refiérese el físico como a compuestos químicos. Lo que para nuestra experiencia son sonidos de variantes tonos, descríbelo el físico como objetos que vibran a diferentes frecuencias. Colores, sonidos, sabores y olores son constructos mentales, creados a partir de la estimulación sensorial. En cuanto tales, no existen fuera de la mente.



"De todas formas" (Tempera sobre papel)


Así que habría una respuesta, desde este punto de vista, a la famosa pregunta: ¿hace ruido un árbol que cae en el bosque, si no hay ninguna criatura lo bastante cerca para oírlo? La respuesta sería que la caída produciría vibraciones en el aire, pero que no habría sonido, pues un sonido es la sensación que dicho tipo de vibraciones suscitan en un ser vivo. Sin embargo, a nivel práctico, todos decimos que tal instrumento musical o tal aparato emite un sonido. Y en cuanto a las imágenes, también en la práctica, las consideramos más como estímulos externos que como sensaciones internas. Incluso ocurre que las imágenes son mayormente consideradas como el contenido de ciertos objetos o estímulos más que como sensaciones visuales subjetivas: se le llama imagen a lo que contiene una fotografía, por ejemplo, y decimos que vemos esa imagen. Por lo que los sonidos y las imágenes, pero también lo que respecta a los demás sentidos, son a la vez algo exterior a nosotros y algo que percibimos, pero es por esto último por lo que en realidad existen como tales.

 

Dice José Luis Pinillos, sobre lo que se está tratando aquí, en Principios de psicología:


El reflejo sensible de la realidad exterior no es, sin embargo, una copia pasiva o duplicado de ella. La cualidad sensible no es una propiedad de la mera existencia de las cosas, sino el resultado de su interacción con la actividad cerebral; la cualidad sensible es un fenómeno psíquico que sólo existe en el acto subjetivo. La energía radiante no es el color; los colores aparecieron en el mundo cuando esa energía comenzó a incidir sobre unos rudimentarios receptores conectados con algún tipo de organización nerviosa. En rigor, pues, la cualidad sensible es un fenómeno transistente, que emerge de la interacción de dos existentes sin ser reductible a ninguno de ellos.


Destaco, de estas palabras de José Luis Pinillos, que la interacción entre la realidad exterior y la actividad cerebral haría emerger la cualidad sensible: sin poderse reducir a ninguno de esos dos existentes. El resultado de la interacción es, como dice él mismo en otra parte, "algo que ni el cerebro ni las cosas pueden por sí solos explicar". Esto me parece muy importante.

 


Fotografía
"Ahora, ni antes ni después" (Fotografía)
 

 

Estamos más imbricados con lo que nos rodea de lo que solemos reconocer. Los alimentos sacian nuestra hambre y nos proporcionan nutrientes que pasan a formar parte de nosotros. Necesitamos el aire que nos circunda y que respiramos, procuramos que no nos falte el agua potable, etc. Cualquier ser vivo de este planeta por muy mediado que esté, como en general ocurre en el caso humano, por la cultura y la civilización tiene un íntimo ligamen con la materia y la energía propia y circundante. Y ese es el tipo de cosas que manejan nuestros sentidos. Ellos captan la luz, las vibraciones del aire o ciertas cualidades de las moléculas por ejemplo y lo hacen con la naturalidad de lo que está sumamente predispuesto a ello.

 



 

 

miércoles, 25 de mayo de 2022

Contemplación crítica, intersubjetividad, lenguaje y filosofía

 

Autorretrato
"Autorretrato callejero" (Fotografía)

La experiencia que conlleva la observación de imágenes constituye una forma de aproximación a la realidad que no es sustituible por otra. La contemplación crítica de imágenes naturales y artificiales es un refugio necesario ante las inclemencias de la civilización. Durante mucho tiempo — tiempo en el que tanto ha acontecido — no se ha tenido claro qué eran las imágenes que veíamos. Desde que se consiguió, no obstante, conocer mejor en qué consisten las imágenes, hasta la fecha, los avances para desentrañar la naturaleza de las imágenes naturales no han sido demasiados. No se ha profundizado en una mayor comprensión a partir de esos conocimientos. Téngase en cuenta la importancia de la imagen natural en la vida humana y no humana, y que pese a ello no es considerada en sí misma y ni siquiera es habitualmente tenida en cuenta desde un punto de vista teórico. Entre las imágenes que son objeto de estudio, las imágenes naturales se encuentran relegadas ante el interés que sí suscitan las imágenes artificiales. Demasiadas definiciones y usos de «imagen» se refieren solo a las imágenes que el ser humano puede crear: dibujo, pintura, fotografía, cine, video, imágenes digitales, etc. Además, la emergencia de la realidad virtual, la realidad aumentada y la configuración del llamado metaverso se está iniciando cuando aún se ignora mucho de la imagen natural. 

 

"Bebé y madre" (Lápiz y pastel sobre papel)
 


Precisamente que la imagen pueda ser objeto de estudio nos hace comprender que no todo lo que respecta a la realidad percibida transcurriría en un nivel subjetivo. La intersubjetividad nos ayudaría en la tarea de alcanzar consensos sobre qué es lo que vemos. Podemos escrutar en la mirada del otro si está viendo lo que nosotros vemos y qué siente y piensa. Mediante la intersubjetividad compartimos unas realidades que de otra manera quedarían en la sombra subjetiva. La afinidad entre seres distintos hace que el ajuste entre subjetividades sea preciso y grandes afinidades producen grandes coincidencias. Cuanta menor afinidad haya, menos posibilidades habrá de compartir impresiones: ser humano no es garantía de entendimiento dada nuestra heterogeneidad. Como los procedimientos de aprendizaje se van dando desde la infancia mediados por la intersubjetividad llegamos a la edad adulta con un abundante bagaje intersubjetivo que puede ser evaluado críticamente por uno mismo.


Lo que pasa
"Lo que pasa" (Imagen digital)

 

El lenguaje, en lo que tiene de objetivo, contribuye con definiciones precisas a la apreciación de una realidad compartida. Y no solo de esa forma, asimismo, en lo que tiene de sugerente nos traslada a las regiones de lo simbólico y de lo estético. Lenguaje e imagen comparten la facultad de poder ser interpretados denotativa y connotativamente. Y probablemente comparten mucho más. En El error de Descartes, Antonio Damasio dice:

La mayoría de palabras que usamos en nuestro discurso interior, antes de hablar o de escribir una frase, existen en forma de imágenes auditivas o visuales en nuestra consciencia. Si no se convirtieran en imágenes, por fugazmente que fuera, no serían algo que pudiéramos conocer.

Para él, «el principal contenido de nuestros pensamientos son imágenes, con independencia de la modalidad sensorial en la que son generadas...». El carácter visual de las ideas habría sido manifiesto desde la antigüedad. Según el diccionario filosófico de José Ferrater Mora el término «idea» procede del griego ἰδέα, nombre que corresponde al verbo ἰδεῖν (ver). Ιδέα, pues, equivale, etimológicamente, a «visión», significando tanto el aspecto de una cosa como el hecho de verla. Las imágenes, con frecuencia imágenes visuales, participarían mayoritariamente en nuestro pensamiento. Lo que hacemos, realmente, es manejar imágenes. 



Platón
"Platón" (Imagen digital)

 

No ha existido en el mundo del pensamiento filosófico una ponderada comprensión del hecho perceptivo y su relación con el intelecto. Platón, por ejemplo, lo que hará es abrir una brecha entre los dos ámbitos de la vista y del conocimiento con su alegoría de la caverna. Parte de un encierro cavernoso que es metáfora de la prevalencia inculta de la visión que puede acceder solo a una sombra de la realidad. El conocimiento se alcanza, en oposición, tras una liberación, mediante una educación determinada y no otra. Yo, en lugar de una caverna puedo imaginar que, en realidad (aunque se trate de la realidad de una metáfora), hay un aula, que no es el torturador encierro de unos desdichados sino el ámbito en que discurren muchas de nuestras experiencias vitales. En dicho aula, por supuesto, no se está encadenado; en ella se va aprendiendo a manejar tu propio cuerpo, los sentidos, las emociones y el intelecto con ayuda de un profesorado indefinido. Posteriormente cuando el aprendizaje es suficiente, o, en cambio, cuando uno mismo lo considera inútil, se abandona el aula.

 



 

LAS IMÁGENES OBVIADAS