Desde la crisálida

jueves, 2 de mayo de 2024

LAS IMÁGENES OBVIADAS

 

    Yo he visto cosas que vosotros no creeríais... atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. (Blade Runner, 1982)


 

    Nuestra relación con el mundo y con nuestra interioridad consiste en experiencias que tienen como destacadas vivencias privadas imágenes. Para Antonio Damasio, que aporta base científica a ciertas cuestiones de importancia relacionadas con el tema que aquí se trata, «las imágenes se construyen bien cuando nos relacionamos con objetos, sean personas, lugares o dolores de muelas, del exterior del cerebro hacia su interior; bien cuando reconstruimos objetos a partir del recuerdo, por así decir, de dentro a fuera» (La sensación de lo que ocurre. Cuerpo y emoción en la construcción de la consciencia). Damasio, en su obra, asume aplicándolo a la perspectiva de su campo lo que, tal vez, venía siendo expresado más dispersamente por un conjunto de aportaciones anteriores que entre las imágenes posibles están las imágenes visuales, pero que también se puede hablar de imágenes auditivas, olfativas, gustativas y somatosensoriales.

    Las imágenes que se generan en nuestras mentes, a partir de relaciones sensoriales con cosas existentes, lo harían con ayuda de «las cualidades sensoriales simples» denominadas qualia (un quale, en singular, es ese algo que confiere identidad y nos hace concebir diferentemente y concretamente un color, un sonido, una caricia, etcétera), recreando una escenificación consciente con imágenes que pasan efectivamente a la consciencia y otras que se forman, pero quedan fuera de ella. Las imágenes evocadas mentalmente son menos vívidas. He empezado con una concepción no acostumbrada de las imágenes generadas en nuestras mentes que incorpora los demás ámbitos sensibles, y consideraré después, entre otras cosas, que se pueda hablar de «imágenes naturales» también para cualquiera de los sentidos y que a estas (partiendo de una habitual inclinación no excluyente hacia las visuales) les sea concedida una mayor y mejor atención. Trataré, de esta forma, de dibujar aquí un esbozo en pos de una mejor comprensión del contexto visual poniendo en orden algunos argumentos.

    Demasiadas definiciones y usos de «imagen» se refieren sólo a las imágenes visuales que se pueden de alguna forma crear mediante dibujo, pintura, fotografía, cine, video, etcétera, y con sus vertientes digitales: dibujo digital, pintura digital, fotografía digital, videojuegos...; desde tiempo reciente incluso se pueden crear de forma automatizada e inusitada con IA. Estas serían imágenes culturales o artificiales. En el ámbito restringido de lo visual, la teoría dominante suele pasar por alto las imágenes naturales y se detiene obsesivamente en las creaciones humanas. ¿Por qué dar tanto pábulo, como suele ocurrir, a las costumbres o hábitos visuales que implican un gran consumo de producciones visuales, o un elevado disfrute de los mismos, en detrimento de otro tipo de miradas que están necesariamente atentas a todo lo que ofrece el ambiente?

    Estamos hablando, además, de imágenes de distinta especie que tienen cada cual su importancia. Las imágenes visuales llamadas naturales serían —en mi opinión, que difiere de las comúnmente admitidas— todas las que, en condiciones adecuadas, inundan las vidas de los videntes cuando la luz suficiente en el lugar donde se encuentran estimula sus ojos, incluya este lugar imágenes artificiales o no. Y ocurre que nuestra capacidad de abstraernos inmersivamente en la contemplación de las imágenes artificiales o culturales, cuando pasamos a verlas en «modo lectura de imágenes», nos hace olvidar que estamos usando el mismo sistema visual para ver una película en pantalla que para contemplar el mar desde la orilla.

    Habría una impostura en alabar enormemente las elaboraciones del chef y en menospreciar el hecho de que se disfrutan con el mismo sistema gustativo que sirve para degustar una fruta recién cogida del árbol; o embriagarse con los perfumes e ignorar que el mismo olfato recibe, y al tiempo proporciona mediante su biológico funcionamiento, el olor natural de los cuerpos y de los diversos ambientes; apreciar la música y la lengua hablada, pero no comprender que comparten ser sonidos que nos llegan y que acontecen como percepciones con el rumor de las olas, el crepitar de las hojas de los árboles ante el viento, los miles de ruidos cotidianos. No debería haber oposición civilizatoria para el hecho de concederles valor, el que tienen, a nuestras visiones: a las imágenes naturales que por la razón que sea nos resultan especialmente significativas. Y poder extraer de ellas legitimadas consideraciones y tener reacciones de todo tipo, incluidas estéticas, filosóficas, políticas o sensuales, de forma semejante a cómo está legitimado responder de esa manera ante unas fotografías de Man Ray vistas en el museo. Consideraciones y sentimientos no necesariamente vertidos en narraciones, en dibujos, o en procesos terapéuticos, pero susceptibles de ello.

    Serían las imágenes visuales naturales, por lo tanto, las que, de entre todo lo que existe ante nuestros ojos, podemos ver por nosotros mismos, siendo inmensamente abundantes y potencialmente significativas. Son las imágenes, primigenias además, que estarían siendo obviadas en la teoría y en la práctica. Una Iconosfera sensible y abierta al acervo biológico que representan las imágenes naturales, en el amplio sentido, además, que se incorpora al tener en cuenta que las imágenes pueden serlo de cualquier modalidad sensorial, sería mucho más valiosa que una Iconosfera restringida a la sola consideración de las imágenes visuales artificiales. De la forma en la que están las cosas, ni un tipo de imágenes, las naturales por defecto, ni el otro tipo, las artificiales por exceso, son objeto de un adecuado conocimiento. Lo que provoca, en la teoría y en la práctica, graves inconvenientes debidos a una difícil sintonía. Se da una desatención a una clase de imágenes, las naturales, a las que, sin embargo, se les concede el estatus de imágenes por derecho propio. Siendo admitida su existencia no se ha alcanzado aún un cabal entendimiento de las mismas. Y se pasan por alto sus complejas implicaciones.

    También ocurre que se suele hablar de las imágenes sin establecer previamente unos contextos y definiciones que posibiliten la comprensión de lo que se trata. Y no se suele lidiar satisfactoriamente con la polisemia de la palabra «imagen». Michel Pastoureau en su libro Los colores de nuestros recuerdos dice que «a lo largo de los siglos el color se ha ido definiendo sucesivamente como una materia, luego como una luz y, al final, como una sensación» y que hemos heredado esta triple definición. Creo que tal reflexión es también aplicable a las imágenes, por lo que a veces me parece que es inevitable referirse a ellas no sin cierta ambigüedad. No obstante y dentro de estos márgenes difusos, podría tratar de hallarse concreción conceptual. Considero, además, que lo visible y la visión nacen o surgen de forma natural, respectivamente, en el cosmos y en los seres vivos que este alberga, con una fecundidad y una importancia enorme, antes de que, ya en la actualidad, sea necesario tener en cuenta las formas de visión artificial que hoy son posibles y cuyo mayor desarrollo se espera para el futuro (distíngase entre visión natural/visión artificial e imagen natural/imagen artificial o cultural).

    Se puede mantener, de todos modos, que las imágenes naturales, al fin y al cabo, son más bien etéreas, inasibles o inmateriales y que difícilmente se pueden objetivar. Pero a esto se puede aducir, sin afán de exhaustividad, la base ontológica que la neurociencia permite ubicar; que existe la intersubjetividad que nos permite contrastar y compartir visiones; y, algo capital, que estas imágenes transcurren en el soporte más caro de los existentes: nuestro propio ser.

  




jueves, 4 de enero de 2024

TACTO



«Tacto», última pintura digital, hasta el momento, perteneciente a la serie que he llamado «Factor humano». Y creo que se puede llamar pintura y reivindica el factor humano porque, entre otras razones, los aciertos y errores que contenga su configuración me son achacables a mí, que he juntado, creativa y laboriosamente para hacerla, trazo tras trazo desde el principio hasta acabarla. Eso sí, como en toda la serie y en lo que viene siendo toda mi labor de creación de imágenes desde hace años, no he empleado los medios tradicionales analógicos sino lo que creo que ya se puede llamar el medio digital tradicional: básicamente un ordenador, un programa de dibujo y pintura, y tableta y pincel digitales.


Tacto (Pintura digital)
Tacto (Pintura digital)


sábado, 25 de noviembre de 2023

FACTOR HUMANO

 


En marzo de 2016 di comienzo a una serie de dibujos digitales. La serie incluiría posteriormente también pinturas digitales. Comencé con un dibujo de factura psicogénica, nacido por ello mismo con recursos como la memoria. Es decir, no se basaba en general en imágenes naturales ni en fotografías sino que fue fruto de meditadas improvisaciones. Necesitaba descubrir las posibilidades del medio digital en la realización de dibujos y aunque había intentado otros motivos que ya me permitían atisbar dichas posibilidades (figura 1) fue “Pradera” (figura 2) la que me situó en el camino.



Figura 1
Figura 1



Figura 2 (Pradera)
Figura 2 (Pradera)
 

 

El siguiente dibujo digital fue “Padre” (figura 3), con el iniciaba unos estudios sobre mis padres y sobre mi mismo: vendrían después “Madre”(figura 4) e “Hijo”(figura 5). Disponía, para su realización, de fotografías de ellos fruto de una sesión realizada muchos años atrás y de una singular fotografía mía de niño. Los dibujos vienen nombrados por las relaciones de parentesco paterno-materno-filial, relaciones que establecen unos roles y unos decisivos vínculos entre las personas a quienes afecta.

 

Figura 3 (Padre)
Figura 3 (Padre)

Figura 4 (Madre)
Figura 4 (Madre)

Figura 5 (Hijo)
Figura 5 (Hijo)

 

Después siguieron “El cantar que cantamos” y “El cantar que cantamos II” (figuras 6 y 7). El primero una mirada hacia la propia infancia y el otro, saliendo del comentario autobiográfico, una mirada a la otredad. 

Figura 6 (El cantar que cantamos)
Figura 6 (El cantar que cantamos)
 
Figura 7 (El cantar que cantamos II)
Figura 7 (El cantar que cantamos II)


 Posteriormente siguieron otros dibujos (figuras 8, 9, 10, 11, 12).


 

Figura 8 (Darwin con algo de otros y de otras)
Figura 8 (Darwin con algo de otros y de otras)



Sobre fondo oscuro, sobre fondo claro.


Figura 9 (A cuerpo)
Figura 9 (A cuerpo)

Figura 10 (Paisaje)
Figura 10 (Paisaje)


Figura 11 (Bienvenidos)
Figura 11 (Bienvenidos)


Figura 12 (Retrato con gato)
Figura 12 (Retrato con gato)

Y ya el color, dibujos coloreados y pinturas digitales (figuras 13, 14, 15, 16, 17, 18, 19, 20 y 21). 

 

Figura 13 (Retrato)

Figura 14 (Los ciervos)
Figura 14 (Los ciervos)

Figura 15 (Ancestro)
Figura 15 (Ancestro)


Investigando al tiempo mediante abundantes lecturas. Y encontrando vías de evolución personales, de contenido y formales (dualismo subvertible cuando la forma es contenido y el contenido es forma).


 

Figura 16 (Amanecer azul verde)
Figura 16 (Amanecer azul verde)


Figura 17 (Todo lo que va más allá)
Figura 17 (Todo lo que va más allá)


Figura 18 (OPOS)
Figura 18 (OPOS)


Figura 19 (Orgali Burg)
Figura 19 (Orgali Burg)


Figura 20 (Salida cerrada)
Figura 20 (Salida cerrada)


Figura 21 (En la calle)
Figura 21 (En la calle)

Combinaciones figurativas conviven con combinaciones libres de formas y colores. Las primeras construidas a partir de la definición de formas y colores basados en la realidad, dando lugar a ficciones, las segundas construidas a partir de formas y colores basados en la imaginación, dando lugar a unas imágenes que vienen a engrosar la realidad.


En la realización de estas obras empleo un procedimiento (trazado manual con tableta gráfica) que creo que promueve el factor humano. Mi “mesa de trabajo” suele ser como esta:





miércoles, 11 de octubre de 2023

Modos de ser III


 

 

Autorretrato del espejo roto (Óleo)
Autorretrato del espejo roto (Óleo)

 

Somos a un mismo tiempo familiares y extraños para nosotros mismos.


Nunca ha sido la vida lo suficientemente sencilla como para que el ser humano la entendiera. Siempre, por desgracia, han existido además un cúmulo de errores y malas interpretaciones. Ahora por cierto, las mismas circunstancias que propician un mejor conocimiento complican en exceso la trama.


Se me ocurre la existencia de un «síndrome de Sherezade» que consistiría en verse en la obligación de distraer a alguien, contándole historias o por otros medios, para no recibir un temido castigo. También se me ocurrió, durante el confinamiento por el Covid-19, hablar de «El síndrome del resplandor» o en inglés «The shining’s syndrome», para dar nombre a los trastornos nerviosos ocasionados por la situación de encierro.


He podido encontrar en mi búsqueda de conocimiento, desde pronto, a quienes de forma artística o científica han señalado o denunciado los daños en la infancia. Por poner algunos ejemplos leí a Charles Dickens, conocí pronto a Emile Ajar y su “La vida ante  sí”, muy posteriormente Los patitos feos” de Boris Cyrulnik y últimamente “El drama del niño dotado y la búsqueda del verdadero yo” de Alice Miller. Páginas que remontan el rio de la vida.


Provenir de la materia inconsciente, configurarnos materialmente desde ahí, nos causa asombro de ser, de existir. La llegada a la consciencia es paulatina.


La realidad estaría constituida por niveles emergentes que van de lo inerte e indiferente hasta la existencia vital más comprometida.


Si nos falta consuelo cuando nos sentimos muertos en vida, ¿cómo alcanzar, bajo tan desdichada condición, la necesaria resurrección?


Resucitar es volver a sentir rítmicos latidos donde antes había, tan sólo apenas, un ligero temblor.

 


Esa Eva (Óleo)
Esa Eva (Óleo)

 

Perdido anda entre sus semejantes quien no comprende, siquiera, que está repleto de entresijos el mundo, sea porque no alcanza lo suficiente su entendimiento o porque espera más o algo distinto de lo que se le ofrece.


Ofrece la vida oportunidades de cambio que pueden implicar que todo cobre sentido.


Satisfacción encuentra quien ha intentado lograr contento y lo ha conseguido, y ahora intenta repartir su alegría. Si lo consigue, superando los inevitables inconvenientes, es como para felicitarle.


Cuenta todo lo que uno ha hecho, hace, ha sido y es.


¡Qué distinto se ve el mundo cuando se acaricia la felicidad a cuando las tinieblas te dominan!


El intelectualismo rígido y errático se da cuando la razón sale de paseo sin el sentido y sigue un rumbo solitario, básicamente equivocándose cuando cree acertar. Lo mismo le puede ocurrir a la deriva puramente sentimental.


Si no fuera por un cierto sentido utópico la frustración sería consecuencia inevitable de lo real. En el futuro se esperan cumplimiento de promesas que el presente y el pasado no llegan a procurar. Pero, paradójicamente, si no fuera porque, al mismo tiempo, asumimos la realidad tal como se da, las promesas y las expectativas de futuro desvirtuarían la vivencia del presente. Por ello es muy común mantener un equilibrio entre deseos y simples constataciones.


Desarrapados (Óleo y collage)
Desarrapados (Óleo y collage)


¿No es vencer más satisfactorio cuando lo que se vencen son dificultades; cuando lo que supone vencer es superarse, en el sentido de mejorar desde mala situación; crecer viendo atrás la semilla abierta de la que procedemos; perder, si se tenía, el determinismo del fracaso, y tras ello seguir perdiendo en cada victoria la sensación de haber sido malévolamente derrotado? ¿No es mejor vencer, pues, cuando al mismo tiempo, de esa forma, se pierde?


Mentes muy racionales, muy muy racionales, se vanaglorian de su sublime forma de concebir la ciencia, la tecnología y la civilización toda. Eso sí, menosprecian torpemente lo que, existiendo, no les compete o les incomoda. Y resulta que lo conseguido para la humanidad, bajo sus determinaciones debido a un desequilibrio tanto con respecto a sus propias necesidades psicológicas como con respecto a las necesidades psicológicas y sociales de los demás es el equivalente a estar sujetando unos potentes petardos encendidos, con el peligro de volarse los dedos si no se sueltan a tiempo cuando estos explotan. Y algunos, sangrantemente, van reventándonos.


Sentir, redondeando quizás a lo alto, que uno está a la altura del mundo y que el mundo está a la altura de uno. Que si el mundo es, a veces chico, a veces mediano, a veces enorme, hay mucha gente que lo iguala, sin más. Sobre todo me parece que estoy pensando en el mundo que apreciamos cuando estamos contentos o serenos. Creo que esto tiene que ver con lo que canta Serrat: "...de vez en cuando la vida se hace de nuestra medida, toma nuestro paso...".



Interior-exterior (Óleo)
Interior-exterior (Óleo)


Tener un buen estado de ánimo mantenido en el tiempo es una de las mejores cosas que le puede pasar a uno. Mantener un equilibrio en el que las penas no te hunden en la depresión y no traspasas estrepitosamente los límites de tu propio ser en el intento de ser feliz o de simplemente existir. Lo sabe apreciar especialmente quien ha pasado demasiado tiempo oscilando entre los polos opuestos de sus afectos o ha tenido demasiado tiempo su mente, su cuerpo todo y su participación de lo social, afectados, castigados y desorganizados —sin posibilidad de superar los contratiempos, y aún más, experimentando persistentemente el caos— pero ahora se ha alejado de esa situación.


Quien se ha visto, quebrantado por dentro, llevando puesto en público un pijama ligero y claro por dictamen médico y judicial, sabe que no es la medicación la que le da la vida, sino las palabras y los actos que curan.


Y la señora de la casa abandonada nos dijo:

Sé solidario. Cuando te canses sigue siendo solidario. Sé solidario todos los días con quién y con lo que puedas serlo. No te solidarices sólo con tu colectivo, participa solidariamente de otros problemas. La solidaridad es la que puede salvar este mundo. Sé solidario, sé solidaria. Comprende que de no serlo cometes injusticias a base de prejuicios. Si quieres que te ayuden, apoyen y solidaricen contigo, solidarízate tu con quienes lo necesitan. No eres mejor, ni estás más necesitado de ayuda que otros que tienen padecimientos y necesitan de esa misma ayuda que quieres para tî.


El espacio-tiempo nos contiene y configura. La gravedad terrestre y la presión atmosférica nos modelan. Todo a lo que estamos acostumbrados en nuestra vida diaria se da en la corteza terrestre y en la atmósfera. De la misma forma que nuestra disposición bípeda está perfectamente adaptada a la gravedad terrestre y a la presión atmosférica, nuestra mente tal vez lo esté con respecto a las propiedades físicas de lo muy pequeño, sean estas las que sean.


Por temor a la muerte no quieres vivir.

 

 

 

LAS IMÁGENES OBVIADAS